Publicado por Peluquería Canina Laura
El Doberman tiene un manto liso, corto, áspero, tupido y apurado. Su color puede ser negro, marrón, azulado o beix, con manchas de color oxido.
Aunque sea de pelo corto necesita de cepillados regulares con manopla y cepillo sisal.
Si le cepilla con la manopla a menudo se elimina el pelo muerto y la suciedad con lo que el baño lo necesitarás cada 4 o 5 meses.
El champú debe ser de ph Neutro, después del secado cepillar con un cepillo de cerdas naturales para darle brillo.
Un poco de historia sobre este mito tan falso:
Dicen que los que han convivido con un Dobermann los suficientes años como para conocerle en profundidad que se trata de un perro dócil y fiel a su amo, al que le profesa fidelidad absoluta. Guardián desde el mismo momento en el que nació la raza, allá por la segunda mitad del siglo XIX, su código genético no ha dejado a un lado esta cualidad, tan útil como utilizada por el ser humano desde entonces. Su apariencia noble infunde respeto desde el primer vistazo, pero si profundizas en él descubres a un perro deseoso de trabajar junto a su amo, que se desvive por ejecutar sus órdenes, que disfruta sobremanera haciéndolo.
El Dobermann, un perro muy completo
Pocas razas tienen unos orígenes tan bien definidos y localizados en la historia del hombre. Para conocer el arranque del Dobermann, debemos acudir a una persona inquieta, amante del perro que necesitó en un momento determinado un compañero protector y fiel.
ORIGEN
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En 1899 la raza ya goza de estabilidad y al año siguiente es reconocida oficialmente por la sociedad canina alemana con el nombre de Dobermannpinscher en recuerdo a su creador, fallecido en 1894. No tardaría en llegar a otros países y ya en 1920 podía encontrarse en toda Europa e, incluso, en Sudáfrica y Estados Unidos; una raza universal que en 1925 tenía su propio club.
Un poco antes, en 1913, llegó a España el primer ejemplar, «Selma v. Griessen», que durante seis años no faltó a la única exposición que se celebraba en nuestro país, la de El Retiro, en Madrid. Pero no sería hasta la década de 1960 cuando la raza se popularizó lo que trajo una gran demanda de ejemplares que provocó que los cruces no siempre se realizaran correctamente. La consecuencia fue la aparición de distintos problemas relacionados con el carácter, hasta el punto de que de ser una de las razas preferidas pasó a ser una de las más repudiadas a pesar de que sus verdaderos amantes no dejaron de trabajar con responsabilidad y seriedad.
Esta situación, sin embargo, aportó algo positivo. El club español de la raza, creado en 1975, aprendió de los errores y, con el fin de preservar el equilibrio psicológico de todos los ejemplares, exige la superación de distintas pruebas, tanto físicas como de carácter, de los individuos que vayan a ser destinados a la cría. Esto ha dado excelentes resultados porque son rechazados no sólo los perros con algún problema físico sino también los que se muestran miedosos o agresivos, dado que ninguna de estas características debe formar parte de la personalidad de la raza.
INTELIGENTE Y FIEL
Acabar con mitos como que el Dobermann es un animal agresivo o que se vuelve loco porque su cerebro crece más que su cráneo, es difícil pero no imposible. En el Dobermann destaca, por encima de todo, el deseo de satisfacer a sus amos y su inteligencia para conseguirlo. Así, el carácter del Dobermann es uno de los aspectos más importantes para quienes, de una manera u otra, tienen relación con esta raza. Sin ir más lejos, el Dobermann Club de España aplica las pruebas de confirmación para la cría conocidas con las siglas alemanas ZTP, que no son más que pruebas de carácter que se realizan a los ejemplares destinados a tener descendencia. En ellas se valoran aspectos como la seguridad, el temperamento, la docilidad, la agresividad, el instinto de defensa, la competitividad, el coraje o el temple.
Para entendernos, el Dobermann ideal debe ser un perro seguro de sí mismo, ni miedoso ni con una agresividad incontrolable, que sepa analizar lo que sucede a su alrededor para reaccionar adecuadamente en cada caso. Equilibrado, fiel, vigilante, intrépido y de gran coraje, se convierte en un ejemplo de compenetración con su dueño, que es su principal referencia desde los primeros días que comparte con él.
La lealtad que profesa hacia su propietario y la voluntad por complacerle son grandes ventajas a la hora de educar al Dobermann. Estamos ante un perro de trabajo creado específicamente para proteger al hombre pero tan sensible y afectuoso como el que más. Y, como con cualquier otra raza, debemos ocuparnos de su adiestramiento y aprendizaje. Cuando está educado y en un buen estado de forma, nos encontramos ante un perro equilibrado, fiable y digno de confianza, con una sorprendente lealtad hacia las personas de su familia.
Desde cachorro, debe ser socializado correctamente lo que nos ayudará a mantener controlada su naturaleza protectora. Es muy importante que tenga relación con todo tipo de personas, cuantas más mejor, y que pueda jugar con otros perros. Para que se desarrolle plenamente, es necesario que se críe en el entorno familiar pues le encanta sentirse uno más de la casa. No es un perro adecuado para tenerlo en una perrera y soltarlo por la noche para que vigile; él es un guardián que debe sentir que defiende a su familia y a su hogar. Además, es un gran amante de la diversión por lo que agradecerá que sus propietarios dediquen tiempo para jugar con él y le encantará crecer junto a los más pequeños de la casa, a los que aceptará como sus iguales.
LO APRENDE TODO
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Texto: Patricia Lozano (El Mundo del Perro)
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